La otitis externa es una inflamación difusa del conducto auditivo externo que puede extenderse hasta el pabellón auricular o a la membrana timpánica. Esta puede ser aguda o crónica, difusa o localizada y ser causada por infección, alergia o trauma. Es especialmente frecuente después de nadar, por lo que se conoce también como “Oído del Nadador”

La pueden causar varios tipos de bacterias u hongos. La infección bacteriana aguda es la causa más común de otitis externa. Los hongos solo causan entre un 2% y un 10% de las otitis externas. Se han descrito distintas manifestaciones clínicas y formas de presentación de la otitis externa: como forúnculo del conducto, otitis externa maligna, pericondritis del pabellón auricular, impétigo y erisipela. El diagnóstico es clínico y la sintomatología de la otitis externa infecciosa es generalmente indiferenciable respecto a su origen bacteriano o fúngico, ya que ambas incluyen: otalgia, que puede irradiarse hacia las regiones mandibular y temporal, signo del trago positivo y dolor a la movilización del pabellón auricular. Puede aparecer fiebre y linfadenopatías en las regiones preauricular, retroauricular y cervical anterior. El conducto auditivo puede no estar inflamado, estarlo ligeramente o, en casos graves, sufrir una inflamación que lo cierre por completo. La audición se deteriora si el conducto auditivo se inflama o se llena de detritus y pus. La otoscopia es crítica para distinguir entre otitis externa, otitis media, y otra patología del oído.